Por Eugenio Pérez Almarales
En los primeros años de vida, la celebración de un cumpleaños no significa nada, pero en ocasiones la petulancia de algunos padres -que los aprovechan para exhibir sus lujos y demostrar lo bien que viven, aunque no coman al día siguiente- los convierten en sesiones de tortura para los pequeños.
De mi primer cumpleaños, en mi casa de La Habana, con aroma a gas de la calle y brisa maleconiana, solo sé por lo que me cuentan y por algunas fotos que sobrevivieron a todas estas décadas. Continuar leyendo «La media rueda»